Entre edificios altos y calles llenas de personas apresuradas, nos encontramos con María, una mujer de 33 años que ha enfrentado los desafíos de ser madre soltera con una determinación admirable. María comparte su historia, revelando las vicisitudes de la maternidad temprana y el esfuerzo constante por equilibrar el trabajo y la crianza.
“Hola, mi nombre es María”, “Fui madre a temprana edad, y eso cambió por completo mi vida”. Comencé a laborar desde los 18 años. Terminé mi bachillerato con mucho esfuerzo y realicé algunos cursos cortos para mejorar mis habilidades, pero la situación económica no era fácil. Con una bebé, los gastos eran muchos, así que tuve que trabajar duro para sostener a mi hija y a mí misma”. “En mi mente siempre estuvo terminar de estudiar para poder brindarle un mejor futuro mi hija”.
María reflexiona sobre la dificultad de encontrar empleo cuando tienes un bebé pequeño. Los desafíos van desde dejarlos al cuidado de alguien más hasta lidiar con horarios extensos y la falta de comprensión en el entorno laboral.
“Es difícil encontrar un buen empleo con horarios que permitan cuidar adecuadamente de tu hija. La gente pregunta constantemente, ‘¿con quién dejas a la bebé?'”, comenta María, destacando la barrera que enfrentan las madres solteras al buscar empleo.
En cuanto a la discriminación, menciona la falta de empatía y compasión en algunos entornos laborales. “No es tanto discriminación como la falta de ser humanitario. Te colocan horarios difíciles, buscando que renuncies. Es un desafío constante, pero hay que seguir adelante”.
Cuando se le pregunta sobre cómo ha logrado equilibrar sus responsabilidades laborales con las de ser madre soltera, ella comparte su estrategia. “Cuando los niños crecen y van a la escuela, es más fácil equilibrar las cosas. A veces, con los compañeros de trabajo, podemos acomodar los turnos para compartir responsabilidades en casa y en el trabajo”.
Con respecto a su consejo para otras mujeres que enfrentan desafíos similares, ella se muestra optimista y alentadora. “Si una puerta se cierra, dos se abrirán. Es mejor trabajar de manera independiente, ser emprendedoras y tener tiempo de calidad con los niños. La educación comienza en casa, y con amor y firmeza, podemos superar cualquier desafío”.
Al final de la entrevista, María nos deja con una lección de resiliencia y determinación. Su historia es un recordatorio de que, incluso en medio de las adversidades, es posible construir un camino propio, lleno de logros y amor.
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